martes, 8 de enero de 2013

Selva costera de Jalisco se degrada por saqueos y sobreexplotación




Experto de la UdeG, Enrique Jardel, destaca que se trata de un esquema de amplios daños y cero manejo de conservación de los ecosistemas tropicales en la entidad. En la foto, obras carreteras ilegales de 2005, en la sierra de Cacoma

Agustín del Castillo / Guadalajara. MILENIO JALISCO

El saqueo de las selvas bajas y medianas de la costa de Jalisco, en busca de maderas duras como el tampicirán, el granadillo y el barcino para abastecer el mercado chino, es una nueva “vuelta de tuerca” en la histórica degradación de esos ecosistemas, pues la ausencia de manejo y de bases científicas altera la composición de las florestas y destruye cadenas bióticas completas, advirtió ayer el investigador del Instituto Manantlán de Ecología y Conservación de la Biodiversidad (Imecbio-UdeG), Enrique Jardel Peláez.

Entrevistado vía telefónica, desde Autlán de Navarro, el también catedrático destacó que los bosques tropicales del litoral jalisciense están entre los que padecen la más elevada deforestación del país (MILENIO JALISCO, 6, 7 y 8 de junio de 2011).

“Las selvas tropicales son ecosistemas complejos con mucha diversidad de especies; justamente su silvicultura es más difícil por el número de especies presentes, y porque generalmente la demanda en el mercado se centra sobre unas pocas; mucho tiempo las especies consideradas como preciosas tropicales son las que han tenido mayor explotación, y en el caso de situaciones en donde se hace una tala clandestina, pues obviamente no hay ninguna regulación, ningún manejo silvícola, y la explotación se dirige hacia esa pocas especies que tienen demanda […] cuando estas especies se explotan de esa manera selectiva, generalmente hay una tendencia a sobreexplotarlas, y no se asegura su regeneración, y si son especies de lento crecimiento, tarde o temprano sus existencias disminuyen”, explicó.

Tomando como referencia estudios hechos en selvas tropicales, “el tipo de efectos que se produce con la sobreexplotación derivan en que se pierden las existencias del recurso y hay una alteración de la estructura de las comunidades bióticas, es decir, de la comunidad de plantas, de animales; los claros que se abren en el bosque son ocupados por otras especies; se pueden perder especies que son asociadas a las explotadas, o de animales que las utilizan como madrigueras o como fuente de alimento, y también otro efecto es la fragmentación de las selvas”.

Estos ecosistemas “generalmente han sido vistos como terrenos marginales; históricamente ha habido una ausencia total de una política de conservación, de una producción forestal sustentable, y además ha habido una serie de políticas de desarrollo rural equivocadas, y hasta la fecha se siguen eliminando selvas para convertirlas en pastizales de alguna ganadería, que es bastante improductiva”.

La ausencia de políticas se agrava “con la existencia de una demanda de mercado de maderas duras que se señalan se van para el mercado chino, o el caso de las mineras; hay una presión sobre las selvas; sin una política adecuada de gestión de esos recursos y existiendo ese mercado, se propicia un proceso de apropiación ilegal que tarde o temprano es controlado por mafias que aprovechan esa situación, entonces se requiere una análisis serio y profundo y la generación de propuestas concretas de cómo hacer el manejo integral de estas áreas”.

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