Se trata del ecosistema de niebla con una comunidad de arces más importante de América del Norte, considerando que ésta comienza en el istmo de Tehuantepec. El gobierno de Jalisco, que propició su destrucción, intenta rescatarla de forma modesta por medio de un parque estatal. Foto de Marco A. Vargas
Guadalajara. Agustín del Castillo. PÚBLICO-MILENIO
Ayer arrancó formalmente el proceso de consulta pública para el área natural protegida estatal “Bosque de Arce”, enclavado en los municipios de Talpa de Allende, Tomatlán y Atenguillo, de 7,879 hectáreas, con lo que se busca cristalizar una lucha por la conservación que data del descubrimiento del bosque mesófilo con la población de arce de azúcar o maple (Acer skutchii) más importante de México, en el año 2000.
El polígono a conservar es una significativa reducción en relación con la primer propuesta, de 2002, que rebasaba 22 mil ha. En la página de la Secretaría de Medio Ambiente para el Desarrollo Sustentable (Semades) ya están disponibles los datos técnicos, el polígono y la propuesta de manejo, que contará con 60 días para que se consulten y se critiquen, de manera que después se elabore un decreto para conformar lo que será, de este modo, la tercera área natural protegida según la legislación estatal.
La riqueza extraordinaria del bosque de arce no es comparable con la de ningún otro ecosistema similar del hemisferio norte en América. Son biomas que dependen de una elevada humedad atmosférica durante gran parte del año y la mezcla de elementos florísticos holárticos (procedentes del hemisferio norte) y neotropicales (procedentes de Sudamérica).
Estas cañadas de Talpa tienen alta diversidad de epífitas y helechos. Las orquídeas tienden a ser numerosas y árboles como los de los géneros Carpinus (mora blanca), Ostrya (mora roja), Alnus (aile), Magnolia (magnolia), Quercus (encino o roble), Juglans (nogal), Tilia (cirimbo), Cornus (azulillo) y Acer skutchii rehder (arce o maple), éste último considerado como una subespecie de maple o arce azucarero (Acer saccharum) fuente de la miel o jarabe de maple ampliamente difundida en el oriente de Canadá y Estados Unidos.
No obstante esta riqueza biológica documentada, las políticas públicas que han seguido los gobiernos de Jalisco, sobre todo el que encabezó Francisco Ramírez Acuña (2001-2007), fue tendiente no sólo a despreciar este recurso, sino incluso destruirlo, al abrir sin permisos ambientales la carretera pavimentada Talpa-Llano Grande, y desdeñar la propuesta presentada en 2002 por el ayuntamiento talpense, con respaldo de la mitad de la población, para que se constituyera en la zona una reserva de la biosfera federal, que nunca prosperó.
La superficie del parque ahora propuesto, de acuerdo a los trabajos de los descubridores de esta cañada, Antonio Vázquez y Yalma Vargas, no es suficiente para proteger la dinámica natural necesaria que propicia ese bosque de niebla. Se deberá incidir de forma paralela en la conservación de una amplia zona de amortiguamiento, ya que de talarse esa área cambiarían las condiciones de microclima requeridos para conservar la biodiversidad del bosque mesófilo.
La novedad de esta propuesta es que se ocupan espacios silvestres de municipios vecinos, Tomatlán y Atenguillo.
“El Bosque de Arce es un área de importante refugio y corredor biológico para especies amenazadas o en peligro de extinción, tales como: Jaguar, el tigrillo, jaguarundi, la guacamaya verde, el loro nuca amarilla, entre muchas otras especies. Dentro del polígono encontramos 40 plantas endémicas, 170 especies de aves, 40 especies de reptiles y 47 especies de mamíferos”, dijo, en la presentación de la consulta, Mónica Reyes Garrido, directora general de Protección Ambiental y De-sarrollo de la Semades.
Subrayó que el objetivo de este decreto es garantizar la conservación de los recursos naturales del bosque de Arce a través de alternativas de manejo y uso sustentable de los recursos naturales, así como de actividades ecoturísticas para asegurar la protección y continuidad de los procesos ecológicos y el desarrollo de las comunidades.
Guadalajara. Agustín del Castillo. PÚBLICO-MILENIO
Ayer arrancó formalmente el proceso de consulta pública para el área natural protegida estatal “Bosque de Arce”, enclavado en los municipios de Talpa de Allende, Tomatlán y Atenguillo, de 7,879 hectáreas, con lo que se busca cristalizar una lucha por la conservación que data del descubrimiento del bosque mesófilo con la población de arce de azúcar o maple (Acer skutchii) más importante de México, en el año 2000.
El polígono a conservar es una significativa reducción en relación con la primer propuesta, de 2002, que rebasaba 22 mil ha. En la página de la Secretaría de Medio Ambiente para el Desarrollo Sustentable (Semades) ya están disponibles los datos técnicos, el polígono y la propuesta de manejo, que contará con 60 días para que se consulten y se critiquen, de manera que después se elabore un decreto para conformar lo que será, de este modo, la tercera área natural protegida según la legislación estatal.
La riqueza extraordinaria del bosque de arce no es comparable con la de ningún otro ecosistema similar del hemisferio norte en América. Son biomas que dependen de una elevada humedad atmosférica durante gran parte del año y la mezcla de elementos florísticos holárticos (procedentes del hemisferio norte) y neotropicales (procedentes de Sudamérica).
Estas cañadas de Talpa tienen alta diversidad de epífitas y helechos. Las orquídeas tienden a ser numerosas y árboles como los de los géneros Carpinus (mora blanca), Ostrya (mora roja), Alnus (aile), Magnolia (magnolia), Quercus (encino o roble), Juglans (nogal), Tilia (cirimbo), Cornus (azulillo) y Acer skutchii rehder (arce o maple), éste último considerado como una subespecie de maple o arce azucarero (Acer saccharum) fuente de la miel o jarabe de maple ampliamente difundida en el oriente de Canadá y Estados Unidos.
No obstante esta riqueza biológica documentada, las políticas públicas que han seguido los gobiernos de Jalisco, sobre todo el que encabezó Francisco Ramírez Acuña (2001-2007), fue tendiente no sólo a despreciar este recurso, sino incluso destruirlo, al abrir sin permisos ambientales la carretera pavimentada Talpa-Llano Grande, y desdeñar la propuesta presentada en 2002 por el ayuntamiento talpense, con respaldo de la mitad de la población, para que se constituyera en la zona una reserva de la biosfera federal, que nunca prosperó.
La superficie del parque ahora propuesto, de acuerdo a los trabajos de los descubridores de esta cañada, Antonio Vázquez y Yalma Vargas, no es suficiente para proteger la dinámica natural necesaria que propicia ese bosque de niebla. Se deberá incidir de forma paralela en la conservación de una amplia zona de amortiguamiento, ya que de talarse esa área cambiarían las condiciones de microclima requeridos para conservar la biodiversidad del bosque mesófilo.
La novedad de esta propuesta es que se ocupan espacios silvestres de municipios vecinos, Tomatlán y Atenguillo.
“El Bosque de Arce es un área de importante refugio y corredor biológico para especies amenazadas o en peligro de extinción, tales como: Jaguar, el tigrillo, jaguarundi, la guacamaya verde, el loro nuca amarilla, entre muchas otras especies. Dentro del polígono encontramos 40 plantas endémicas, 170 especies de aves, 40 especies de reptiles y 47 especies de mamíferos”, dijo, en la presentación de la consulta, Mónica Reyes Garrido, directora general de Protección Ambiental y De-sarrollo de la Semades.
Subrayó que el objetivo de este decreto es garantizar la conservación de los recursos naturales del bosque de Arce a través de alternativas de manejo y uso sustentable de los recursos naturales, así como de actividades ecoturísticas para asegurar la protección y continuidad de los procesos ecológicos y el desarrollo de las comunidades.
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Riqueza sin igual
El estudio técnico justificativo del parque estatal estuvo coordinado por José Antonio Vázquez García, profesor investigador de la Universidad de Guadalajara, quien ayer señaló que este bosque ha logrado sobrevivir por más de 25 millones de años.
“No hay un bosque de maple con ese nivel de riqueza en el continente, por eso, es muy importante impulsar el establecimiento de una estación científica que pueda ser administrada conjuntamente con el Gobierno y la Universidad de Guadalajara; poder ofrecer una educación ambiental adecuada, una asesoría a proyectos productivos de la región, pero más que todo la investigación científica que le puede dar certidumbre a este bosque, que tiene una fragilidad al cambio climático, y entender su funcionamiento”.