miércoles, 31 de julio de 2013

Toneladas de azolve destruyen los esteros

CRISIS PESQUERA EN LA COSTA DE JALISCO / 2




Suelo fértil y contaminación merman pesca estuarina; son males que nacen en las montañas y las zonas agrícolas. En la foto, el estero El Ermitaño, y al fondo, el Hotelito desconocido

Agustín del Castillo / Costa de Jalisco. MILENIO JALISCO

El río de La Eca nace por primera vez, cristalino, transparente y translúcido, como hogar de ajolotes, libélulas y aves que canturrean entre los juncos y las copas de los árboles del bosque de galería que protege sus primeros pasos cuenca abajo, en la sierra de Cacoma, con destino hacia el mar.

Muy cerca del poblado de Jirosto, en Villa Purificación, donde los chiquillos juegan al atardecer en las calles arenosas, las mujeres lavan la ropa y Claro Ramírez recuerda las disputas agrarias por la comunidad indígena y las tentativas productivas que han dejado su huella en el paisaje: laderas pelonas, parcelas desmontadas, vacas desbalagadas entre pastizales invasores de la vieja selva derrotada.

La creciente falta de cobertura vegetal de la cuenca del río Cuitzmala tiene una factura que se paga en el temporal: bajan desde estas prominencias cientos de toneladas de suelo que se desprende por la acción erosiva del agua. Y llegan al litoral. “Los azolves de las talas y desmontes nos llegan con las lluvias, y todos los esteros los tenemos tapados; las especies marinas llegan, desovan y regresan al mar, pero qué pasa, que muchas veces, si el estero está cerrado, desovarán en el mar y sus crías serán pasto de depredadores, entonces eso traerá una merma que nos afecta como pescadores, porque los esteros son los cuneros de las especies que aprovechamos”, refiere David Durán, pescador cooperativista de Punta Pérula, al norte de la bahía de Chamela.

Es un problema mayúsculo. “Prácticamente todos los cuerpos de agua costeros están con problemas de azolves […] entre más deforestación, mayor es el volumen de materia orgánica que se acarrea cuenca abajo, y eso va a generar problemas serios en la parte alta, porque no va a crecer nada allí, y en la baja, pues se van a rellenar los cuerpos de agua costeros, y no olvidemos que entran también desechos de la agricultura y de los poblados; entonces, para hablar de resolver los problemas de la pesca, tenemos que atender esto bien”, advierte el coordinador regional del Instituto de Acuacultura y Pesca de Jalisco, Braulio César Durand Martínez.

Es una historia que se multiplica por toda la región. En el caso del sistema Agua Dulce-El Ermitaño, hay un elemento extra: la existencia de la cortina de Cajón de Peña, que si bien retiene muchos azolves, implica una amplia red de canales que tributan hacia El Ermitaño con abundante materia orgánica y tóxica derivada de los sembradíos.

“La presa se hizo en los años setenta y se puso en operación como en 1976 y, desde entonces, los desechos del distrito de riego entran al estero, […] también tenemos el problema de que las compuertas se abren sin control, sin avisar, y nos llenan el vaso y provocan que se abra la boca de la barra hacia el mar, entonces se pierde toda la producción”, se queja don Carlos Ramírez, miembro de la Cooperativa La Cruz de Loreto.

Esta es una de las más viejas y grandes cooperativas del litoral de Jalisco. En los ochenta fue la más rica. “Hace 25 o 30 años, la cooperativa producía 20 a 25 toneladas de camarón ya seco por semana, hace diez años sacabas una tonelada y ahora no sacas más que unos kilos”, agrega el atribulado pescador.

El distrito de riego implicó derribar selva en la llanura costera, casi 30 mil hectáreas; “estamos de acuerdo en que fue muy importante para la agricultura, pero el sector pesquero fue el más afectado, y le hemos hecho la lucha porque El Ermitaño es muy productivo, hay mucho mangle y esto ayuda mucho al robalo, el camarón, la mojarra, la lisa, la jaiba grande, pero nos mandan corrientes muy fuertes que no pueden ser controladas, y necesitamos una obra que nos dicen es muy cara”, secunda el presidente de la cooperativa, Efrén Rodríguez Pelayo.

La organización también le dio vida a un vaso contiguo que padecía muy alta salinidad, el estero Agua Dulce, llamado así por un canal de más de ocho kilómetros que se abrió en los años sesenta. Hoy, con la declaratoria de sitio Ramsar, no se permite desazolvar el canal y retirar el manglar que lo obstruye, y la laguna podría morir, aseguran los ribereños.

Hay al menos 22 cuerpos de agua costeros entre Puerto Vallarta y el río Marabasco. Todos presentan deterioro acusado a partir de los años sesenta, cuando arranca la época de más intensiva colonización del litoral.

“La laguna de Navidad parecía un río, había en ese tiempo mucho ostión, almeja, callo de hacha, había hasta lo que no te puede imaginar […] con el callo de hacha se beneficiaba toda la región, venía gente de Mazatlán y Michoacán, de mil a 1,500 gentes, sin exagerar; era una fuente de trabajo que ya se acabó, por las alteraciones que se le hicieron”, explica al sur de la región el dirigente cooperativista de Barra de Navidad, Alejandro Trujillo Hernández.

Es fruto de otro largo historial de errores que vienen desde la sierra de Manantlán y pasan por los megadesarrollos turísticos vecinos. Arriba, en el área protegida federal, cobijados por la generosidad de los chubascos entre relámpagos parpadeantes que iluminan las florestas de pino, los ríos también nacen; cristalinos, transparentes, translúcidos…


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Claves

El dato

- La actividad de la pesca en la costa de Jalisco “se caracteriza por ser de tipo artesanal. Es decir aquella que se realiza cerca de la costa por medio de lanchas o pangas con motor fuera de borda y a través de la utilización de variadas artes de pesca [anzuelo, redes con diferente luz de malla, palangres]”.

- La pesquería no está dirigida a la captura de grandes volúmenes de una o pocas especies (como las pesquerías industriales del camarón o atún), sino que se capturan de decenas de especies distintas con valor comercial también distinto.

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