viernes, 14 de octubre de 2016

Juegos Panamericanos, la ciudad que nunca fue



La conurbación tapatía no es mejor que en 2011: dispersa, motorizada, colapsada ambientalmente y con espacios públicos invadidos por negocios privados.

Agustín del Castillo / Guadalajara. MILENIO JALISCO. 

El borroso balizamiento en amarillo, azul y rosa, marcando carriles exclusivos para movilizar atletas y delegaciones sobre la carretera a Chapala, el periférico o la avenida Vallarta, con las sonrientes mascotas panamericanas –Gavo, Huicho o Leo–, está entre los últimos rastros que quedan de la justa, que la noche de hoy cumple cinco años de haber comenzado.

El afán de renovación urbana y de "relanzamiento de la ciudad", la creación de la "marca Guadalajara" (recientemente retomada), la dotación de infraestructura moderna para que todos los tapatíos pudieran hacer deporte; la generación de la primera ruta de Macrobús para que se bajaran de sus carros; la concepción de una planeación que potenciara a la ciudad en el ramo de los servicios y la información; la mejora radical de sus espacios verdes.... todo está trunco.

Los dos mejores ejemplos físicos de esta herencia mal gestionada son, uno, la Villa Panamericana en El Bajío del Arenal, considerada una agresión urbana a una zona de recarga de agua subterránea vital para la conurbación tapatía, a partir de la cual ha consolidado un proceso de invasión de edificaciones que pone en predicamento los servicios ambientales del valle y su posibilidad de funcionar de amortiguamiento para el bosque La Primavera, la principal área protegida regional. La instalación está abandonada porque hay juicios que impiden su "habitabilidad", ante la preocupación de entidades ciudadanas por esos efectos ambientales.

Dos, el estadio de Atletismo, que también migró de los linderos de La Primavera y de la orilla de la barranca de Huentitán, al norte de la ciudad, para asentarse en viejas instalaciones deportivas de la cabecera de Zapopan; su uso público está fuertemente cuestionado, pues el gobierno del estado lo prestó para que fuera "la casa de los Charros"... un equipo de beisbol.

No es demasiado mejor la inserción de otras instalaciones: por ejemplo, el parque acuático arrebató una porción generosa de superficie al Parque Metropolitano, en Zapopan, y hoy lo administra el Code (Consejo Estatal del Deporte); el Complejo de Gimnasia creció a expensas de la Unidad Deportiva López Mateos, sobre avenida Lázaro Cárdenas; y el ambicioso complejo de tenis también cercenó al Parque Metropolitano. En el parque Ávila Camacho está el estadio de Volibol. En todos los casos crecieron a expensas del espacio de recreación y las áreas verdes: "negocios privados con bienes públicos", pues sabido es que la Odepa (Organización Deportiva Panamericana) es una entidad privada que vive de las ganancias de... hacer Juegos Panamericanos.

Otras huellas de los juegos ni siquiera llegaron a ser algo: la adquisición de predios en la zona del parque Morelos para una primera Villa Panamericana, vetada por el dueño de la Odepa, Mario Vázquez Raña, y que hoy está arrumbada, en larga espera de transformarse en Ciudad Creativa Digital. El terreno de El Disparate (¿justicia poética?) está también abandonado al borde de la barranca, con un proyecto de parque botánico sólo esbozado. Ambos casos detonarían junto con el Macrobús –fue la promesa–, un espacio urbano supuestamente revitalizado. Pero los vecinos no lo creen ni al día de hoy.

"Si uno no aprovecha estos grandes eventos para posicionarse frente a la opinión pública mundial, está desaprovechando un momento muy importante y Guadalajara está ahora ante esa oportunidad histórica", comentaba Juan Pablo Carrero, de la agencia de publicidad Young & Rubicam México, a una publicación nacional, apenas unos días ante de la inauguración.

A partir del 14 y hasta el 30 de octubre de 2011 se realizó la justa continental, con ocho mil participantes entre atletas, entrenadores y oficiales, y más de medio millón de visitantes. La ciudad construyó 22 instalaciones deportivas y renovó las restantes, con una inversión de 296 millones de dólares, más otros mil millones de dólares en hoteles, la Villa Panamericana y la remodelación del aeropuerto. Las cifras de la alegría se completan: una derrama de 2,702 millones de dólares, casi 50 mil empleos nuevos. Pero fue un suspiro.

Hoy, Guadalajara no está mejor ni urbanística ni ambientalmente que en 2011. Dispersa, con mala calidad de vida, con eternas discusiones sobre sus servicios precarios, dominada por el auto, por el calor, por la mala calidad del aire, por las inundaciones. ¿Oportunidad perdida o quimérica ilusión vendida por los intereses de siempre?

La construcción, remodelación o adaptación de sedes deportivas para los Juegos Panamericanos de Guadalajara 2011 significó una inversión cercana a los 100 millones de dólares, esto sin contar el recurso utilizado para la edificación de las Villas Panamericanas, el cual fue cercano a los 80 millones de dólares.

Uno de los inmuebles más costosos fue el Complejo Acuático de Zapopan, el cual tuvo un costo de construcción cercano a los 400 millones de pesos, cifras otorgadas en ese momento por el ahora extinto Comité Organizador de los Juegos Panamericanos de Guadalajara (Copag).

A cinco años de la fiesta continental en Guadalajara, los inmuebles que albergaron las competencias deportivas siguen generándole un gasto importante al Code Jalisco, sin embargo, al día ofrecen sus servicios a cerca de 17 mil personas.

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Claves

Datos duros

• Code invierte 60 millones de pesos anuales en mantenimiento de inmuebles.

• Estas instalaciones reciben al día a 17 mil personas entre atletas y público en general.

• El Complejo Acuático requirió una inversión de 400 millones de pesos.

• 100 millones de dólares se invirtieron en creación y remodelación de sedes deportivas.


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