La Conanp pide a la SRA delimitar áreas protegidas de la península yucateca. Ventaja que se diluye: la mayor parte de las ANP son propiedad pública. Ruinas mayas y naturaleza son el encanto de la península. En la foto, Dzibilchaltún
Cancún, Quintana Roo. Agustín del Castillo, enviado. MILENIO-JALISCO. Edición del 8 de septiembre de 2011. Este proyecto de investigación fue ganador de una beca de Fundación AVINA en la emisión 2008-2009. FOTOGRAFÍAS: MARCO A. VARGAS
La península de Yucatán tiene 2.5 millones de hectáreas bajo la jurisdicción de 21 áreas naturales protegidas federales, es decir, 18.1 por ciento de la superficie sumada de los estados de Campeche, Quintana Roo y Yucatán, lo cual revela la gran oportunidad que tiene la conservación.
Esta expectativa se incrementa con las áreas protegidas estatales, y con el dato anexo de que buena parte de la superficie la forman terrenos nacionales, es decir, propiedad pública. Sin embargo, es necesario hacer los deslindes y garantizar el final de invasiones de facto sobre las demarcaciones, advierte el hoy director general de Conservación para el Desarrollo de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp), Alfredo Arellano Guillermo.
“La península tiene todavía valores biológicos extraordinarios para la conservación; los estados de Campeche y Quintana Roo tuvieron siempre poca densidad de población, tras la caída de los mayas, y eso permitió la recuperación de las selvas [...] hubo un importante auge en el incremento de áreas protegidas en los años ochenta del siglo XX, con la creación de Sian Kaan y de Calakmul, y posteriormente, en Campeche, las áreas estatales de Balam-Kin y Balam-Kú, que si se añaden el Petén guatemalteco, y la zona norte y poniente de Belice, estamos hablando del segundo macizo selvático más importante en el continente americano, después del Amazonas”, refiere el ex responsable por Conanp de las reservas ecológicas de la península.
“La mayor parte de los terrenos en las áreas protegidas son de propiedad nacional, federal; estamos con la Secretaría de la Reforma Agraria (SRA) trabajando en la delimitación de estos terrenos, para la entrega física a la Conanp, por supuesto que tenemos ahí todavía invasiones, y tenemos que regularizar en algunos casos predios en su propiedad, pero con todo eso, es una gran ventaja que sean propiedad pública”.
Caso extremo es el del parque nacional de Tulum, “donde hubo un decreto expropiatorio, y sin embargo, hay propietarios que han permanecido ahí, o que el gobierno del estado siguió vendiendo terrenos después de que fueron expropiados, y a la fecha tenemos amparos; estamos litigando en los tribunales, inclusive tenemos una controversia constitucional en la Suprema Corte de Justicia de la Nación contra el municipio de Tulum por haber expandido el centro de población y por haber incluido el parque nacional dentro de sus planes de desarrollo urbano, a todas luces con la intención de desarrollar el parque”.
A juicio de Arellano Guillermo, los problemas más graves se dan fuera de los linderos de las áreas protegidas. “Es problemático porque todavía hay una cantidad fuerte de terrenos nacionales [...] alguien se posesiona de un terreno, hace la solicitud ante la SRA, se abre el expediente; al rato viene otro y hace la promoción, y hay un segundo expediente; si este segundo se pone las pilas va con un juez de segunda instancia que le da una adjudicación ad perpetuam, que es un reconocimiento de posesión; va ante un notario, el notario se lo escritura, y ahí sale con su título, aunque son terrenos nacionales, pero se empiezan a generar todos estos conflictos sobre la propiedad, sobre todo en Quintana Roo”.
- ¿Habría que resignarse que las fuerzas económicas son las que van a definir el futuro de la región?
- Pues de alguna forma ya se decidió; la zona costera hasta Tulum ya está casi toda urbanizada [...] estamos peleando por lo últimos reductos como son Tulum; Sian Kaan está blindado de alguna manera, no es ajeno a las construcciones pero ya se estableció un ordenamiento [...] aguas, estamos abaratando el destino, hemos optado por el turismo masivo, que no solo es más impactante en términos ecológicos y sociales, sino que también la derrama económica por turista es menor [...].
Por si fuera poco, los empresarios que se benefician con la expansión sobre terrenos naturales no ayudan a resolver los problemas que crean, “hay una respuesta muy mala”, lamenta.
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