lunes, 18 de febrero de 2013

Ayotitlán, entre hechos y rumores sobre violencia


El Ayuntamiento de Cuautitlán destaca que hay pocas denuncias concretas y, en todo caso, reconoce que en 20 años, el área nahua ha sido una zona compleja ante la violencia crónica. Los indígenas insisten en la necesidad de una policía comunitaria ante la incapacidad gubernamental en protegerlos. En la foto, un monumento funerario en un camino de la zona

Agustín del Castillo / Cuautitlán de García Barragán, región Costa Sur de Jalisco. MILENIO JALISCO

A Isabel, un campesino del poblado de Guayabillas, “se lo comieron los zopilotes, los perros y los puercos, y cuando la gente descubrió el cadáver, estaba en puros huesitos y ya no se podía saber cuándo lo mataron”, señala Lilián, una joven moradora del mayor caserío de la sierra de Manantlán, Ayotitlán, la cabecera del mundo nahua de la vertiente sur de estas montañas ricas en diversidad biológica, maderas y metales.

Anochece en la aldea y desde lo alto de una de sus lomas se atisba una fiesta local: es una boda que ha ocupado la plaza central del poblado, donde se encuentran la iglesia y la delegación municipal. Parece que todos están invitados, pero la recomendación es no salir de la zona una vez que la oscuridad se apropie de los caminos, pues son horas de riesgo de asaltos, raptos y asesinatos.

El ejército patrulla ocasionalmente la zona y de forma más constante, alguna de las tres patrullas que tiene el Ayuntamiento de Cuautitlán de García barragán. Lo cierto es que cuando los maleantes buscan dar algún golpe, difícilmente son perturbados. Fue así como se llevaron en octubre de 2012 a Celedonio Monroy, un activo miembro del comisariado ejidal, pero también, en el agosto previo, desapareció Agustín Mancilla, y casi tres meses antes se descubrió el cadáver de Isabel.

“Ya no salimos de noche”, señala Lilián. Pero ni siquiera en la rigurosa observación de esa circunstancia están libres de riesgo: una mujer mayor, de nombre Eustiquia Ciprián Mariscal, con más de 72 años, sufrió un asalto en su misma casa por un grupo de encapuchados que dijeron ser policías judiciales.

“Vestían de negro, con traje, eran cinco y llegaron con mi abuela y la envolvieron en una cobija, y le gritaban que eran judiciales […] la robaron, pero creemos que no eran judiciales, porque cuando vienen los judiciales, revisan, pero no roban”, refiere la joven, mientras atiende a sus hermanos menores y espanta a las gallinas a la orilla de su casa de adobe y tejas, oculta entre la barranca y grandes higueras, a la orilla de la comunidad.

Estos hechos violentos han motivado que Ayotitlán solicite la creación de una policía comunitaria que garantice la seguridad que ya no le brindan las fuerzas públicas. El tema está en análisis por diputados locales, pero el ayuntamiento local no ve las cosas de forma tan drástica.

“Dicen y dicen, y hay muchos rumores, pero le puedo asegurar que hay muy pocas cosas concretas”, señala el secretario general del ayuntamiento, Esteban Arias Soto.

- ¿Mucho rumor y nada concreto?

- Sí.

¿Y en el caso de la tala clandestina, de la extracción ilegal de metales, del cultivo de estupefacientes, tienen identificado a alguien?

- No, nada. Que a nosotros nos conste no, yo estuve en la reunión de las personas del consejo de mayores; ellos fueron los que manejaron esa situación, pero no nos consta nada, esa es la verdad. Incluso yo se los dije a los diputados, que se oye de eso, pero no hemos visto, ni se tienen nombres de nada; hemos platicado el presidente municipal y su servidor, con el pleno del cabildo, y todos son pláticas y rumores.

- Todas estas actividades ilegales requieren de armas, ¿no se han detectado problemas de pistolerismo y de gente armada, por temor a ser asaltados o por andar en cosas ilegales?

- Mire, yo trabajo para la UdeG, soy maestro de Ayotitlán y soy responsable de los módulos de la prepa, constantemente ando recorriendo la zona, desde 1995 he estado participando y veo las cosas como siempre, los mismos problemas, no veo cambios […] nosotros siempre hemos sabido que puede haber o que hay sembradíos, dadas las condiciones geográficas del sitio, pero hasta ahí, se presta para que haya cosas, pero nosotros transitamos por los caminos y no nos metemos a investigar; tenemos 47 o 48 elementos de policía, pero éste es un municipio grande, tiene cinco delegaciones, y la mayor parte de la población es indígena y vive arriba, entonces sí se requiere de más vehículos, de recursos; hay una estrategia que muy probablemente la hagan válida, en relación a poner algunas casetas de vigilancia, y eso sí sería muy bueno, pero veremos a qué se llega.

Esta zona de la sierra tiene una amplia red de caminos que por temporadas son atendidos, pero en este invierno, algunos tramos guardan un estado deplorable. Se aprecian vehículos particulares de lujo y con vidrios polarizados por la brecha, pero se puede llegar de forma pacífica a los poblados.

“Se nos metieron hace unos meses, casi el año, unos secuestradores de niños, y hubo mucha alarma, pero corrieron, porque todo el pueblo se puso en alerta y no los dejaron quedarse”, dice Secundino Aguilar, comunero de Chacala, núcleo agrario nahua enclavado más al sur, ya cerca del lindero con Manzanillo.

El campesino señala que aunque siempre ha habido quien se lleve “dos o tres palos” para aprovechar madera, los comuneros cuidan como nunca sus potreros para evitar la presencia de extraños. También transitan camiones materialistas con carga de minas, pero eso es más pegado a la parte norte, entre Cuautitlán y Minatitlán.

Manzanillo está apenas a media hora de Chacala, lo que para muchos de los denunciantes del estado de cosas en la región, es la clave de que los extractores ilegales de materias primas y drogas (la parte alta de la sierra “está plagada de laboratorios de anfetaminas”, señala un investigador forestal de la UdeG) actúen con una total impunidad.

Y aunque no se aguanta la inseguridad, los aborígenes también se muestran desconfiados de los visitantes pacíficos. “Nadie les va a decir nada”, dice burlón el dueño de una tienda de abarrotes de Telcruz, cuando se pide el paradero de los miembros del comisariado ejidal.

Los pocos transeúntes del poblado responden con muecas de enfado y silencio a la petición de información sobre los narcos, mineros y madereros ilegales que supuestamente invaden la zona. Las brechas de regreso a Cuautitlán son muy malas para autos compactos y están solas al caer la noche. Lo bueno es que la promesa de emociones malsanas –secuestros, asaltos, ejecuciones- esta vez no se cumplirá.

La zona de Ayotitlán está entre las más pobres del estado de Jalisco, como se puede apreciar en la foto

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Claves

Policías comunitarias, el gran debate

- México ha transitado durante casi 200 años de vida independiente por estados fuertes y centralistas y por periodos de anarquía que han borrado las huellas más tenues de la legalidad. Es en estos últimos casos en que se ha dado un proceso de “feudalización” del poder porque han emergido hombres fuertes y caciques regionales para brindar la seguridad que el gobierno central es impotente en otorgar

- El periodo más reciente fue el de las autodefensas rurales que surgieron con la desintegración del Porfiriato y la crisis institucional derivada del asesinato de Francisco I Madero. Entre 1915 y 1935, muchas regiones del país debieron proveerse la seguridad ante la fuerza de las bandas de asaltantes que asolaban el campo

- En Jalisco, este esquema de poder regional explica la historia de muchas familias caciquiles que se integraron al poder formal con el surgimiento del PRI (PNR, en 1929). Es el caso de las familias González Gallo, de Yahualica; González, de Acatic, y García Barragán, de Cuautitlán y Autlán

- Con la nueva crisis de la violencia, desatada a partir de 2006, en diversos estados de la república, los pueblos aborígenes han buscado retomar el control con base en la doctrina autonomista hoy en boga. Destacan el caso de la sierra de Guerrero, los pueblos de Oaxaca, las comunidades autónomas zapatistas de Chiapas y Cherán y otros poblados purépechas y nahuas de Michoacán

- En Jalisco, la iniciativa es de los nahuas de Manantlán, en la Costa Sur de Jalisco, que pretenden controlar su territorio ante recientes hechos violentos, entre los que destaca la desaparición del dirigente ejidal Celedonio Monroy Prudencio, en octubre de 2012

- El Congreso de Jalisco analiza una propuesta del diputado de Movimiento Ciudadano, Clemente Castañeda Hoeflich, para dotar de legalidad a la propuesta de una policía comunitaria (PC) en las montañas nahuas

- La gran duda: cómo se pueden enfrentar indígenas mal pertrechados y sin entrenamiento ni disciplina policiaca a las fuerzas del crimen organizado, cuya capacidad de fuego es superior incluso a las policías formales del país

Peña Colorada es el gran yacimiento de hierro enclavado contiguo a la zona nahua de Ayotitlán, sobre los límites de Jalisco y Colima. Al ser minería a cielo abierto, los cerros son literalmente arrasados, como la foto lo refleja

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