jueves, 25 de abril de 2013

A 8 años, La Primavera no se recupera del desastre





El megaincendio de 2005 fue cuatro veces más dañino que el de 2012 porque destruyó material más valioso; los políticos no cumplieron promesas y se mintió impunemente sobre las cifras. En la foto superior, el cerro de San Miguel con la cárcava que se abrió al centro; abajo, reforestación incipiente

Agustín del Castillo / Guadalajara. MILENIO JALISCO

El megaincendio de 2005, que hoy cumple ocho años de haber comenzado, es el peor que se ha registrado en el bosque La Primavera por varias razones: los daños severos fueron de tres a cuatro tantos los del megaincendio de 2012; el material genético perdido era más valioso; no hubo un proceso de restauración a fondo porque la indignación social y política se perdió entre promesas vacuas de los actores, y lo peor: la información fluyó entre medias verdades y abiertas mentiras.

Los expertos calculaban que el polígono afectado fácilmente era superior a 13 mil hectáreas (ha) y hubo estimaciones técnicas de unas 14 mil ha. No obstante, la Comisión Nacional Forestal (Conafor) emitió la cifra oficial de 8,478 ha y a esa se ciñeron las dependencias federales y estatales, aunque el titular de la Secretaría de Medio Ambiente para el Desarrollo Sustentable (Semades), Ramón González Núñez, rompió el consenso y dio el dato que años después se terminó aceptando: 11,148.7 ha quemadas.

El actual responsable del área natural protegida, José Luis Gámez Valdivia, quien en ese entonces participó como director de sustentabilidad de la Secretaría de Desarrollo Rural (Seder), señala que el balance es fundamentalmente negativo, a diferencia de los hechos de 2012.

“Sin dudarlo, social, económica, ecológica, de ética y compromiso con el bosque, ese fue un incendio mucho más devastador […] a ocho años, la zona severamente afectada está aún en recuperación, incluso los árboles que estaban creciendo se les volvió a eliminar porque en una parte de la zona volvió a pasar el fuego en 2012; creo que le va colgar como 30 o 40 años más para alcanzar las condiciones originales”, apunta, entrevistado tras un recorrido de MILENIO JALISCO por la zona.

“Entre los daños de 2005 había árboles semilleros, árboles muy buenos, que fue lo que se quemó, mientras en 2012 por la condición del terreno y del agua se trataba de individuos menos vigorosos y menos valiosos, es por eso que el tamaño de lo perdido es más considerable”, subraya.

—¿Ha sido el más grave en el bosque desde que es el área protegida?

—Sí, definitivamente. La regeneración del bosque se estableció bien, pero para recuperar la calidad que se tenía pasará mucho tiempo […] en ese incendio hubo más de 700 ha con daños importantes contra 200 ha de 2012 [de las cuales, apenas 35 ha tienen daño severo], y debo decir que se maquillaron cifras; dijeron que eran como ocho mil ha, pero lo realista es que fueron como 13 mil ha; gente del Fiprodefo habló de 14 mil, la UdeG dijo 12 mil ha; en contraste, en el incendio de 2012 hubo claridad y seguimiento para decir la verdad, porque teníamos la presión de todos los medios, incluso la noticia del incendio fue a nivel internacional; el incendio de 2005 nos sirvió como experiencia porque si no se hubiera reaccionado bien el año pasado, se nos quema todo el bosque.

Durante 2005, el gobierno de Francisco Ramírez Acuña hizo muchas promesas de recursos y transformaciones que nunca llegaron. Se hizo en el siguiente verano una macroreforestación que fue un fracaso, con supervivencia apenas superior a 5 por ciento e incluso “quisieron meter un sistema de riego en 500 ha que era absurdo, porque no se trata de terrenos planos y no hay el agua disponible suficiente”, añade Gámez Valdivia.

Además de esas “ocurrencias”, otras dependencias no supieron actuar ante la contingencia de humo que invadió la ciudad. Los voluntarios estaban llenos de entusiasmo, pero mal organizados, y en algunos casos significaron riesgos y desviaron la atención de los bomberos forestales sobre la prioridad de contener el fuego.

El responsable de protección y restauración del bosque, Alejandro Delgado Morales, enfatiza que “el combate fue mucho más complicado hace ocho años, porque no hubo ni de lejos, todo el respaldo que se obtuvo en 2012, además de las cosas que ya se saben de combatir varios frentes de fuego que se nos prendieron de forma simultánea”.

Si el polígono reconocido del incendio de 2005 fue de 11,148.7 ha, y el de 2012, de 8,177 ha, y se considera que los fuegos “se encimaron” en unas 300 ha del predio de El Pedernal Grande, los dos mayores eventos de la historia del área protegida ocupan, en un espacio de siete años, 19,026 ha de la superficie de protección, contra 29,960 ha de la extensión total de la reserva (pues hay que eliminar las 540 ha cercenadas por el amparo de Santa Ana Tepetitlán), lo que da 63.5 por ciento de la extensión dañada.

“La literatura especializada indica que un bosque de este tipo, en México, se quema aproximadamente cada siete años; el problema es que tenemos decenas de incendios por año aquí, pero también eso lleva a una adaptación al fuego que minimiza daños”, agrega Delgado Morales.

Una visita por El Pedernal Grande, el punto donde los polígonos quemados de 2005 y 2013 se encuentran, muestra que pese a la sobreexposición al fuego, el vigor de la recuperación es importante por tratarse de una superficie más o menos plana. En lontananza, hacia el sur, se ven parajes de bosque denso que fueron alterados en 2005, y la pirámide irregular del cerro San Miguel, uno de los sitios más ricos en diversidad biológica, que se recuperó, pero tiene huellas permanentes del desastre de esa ocasión: una enorme cárcava se desploma vertical por el centro, fruto de un violento proceso erosivo desencadenado por el siniestro.

Allende los límites del bosque, al poniente en Tala, al oriente en Zapopan, los daños por los deslaves de la floresta causaron inundaciones en los temporales inmediatos, muertes incluidas. Allí siempre termina el pago de las facturas por los desastres.


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Claves

Dos megaincendios frente a frente, 2005 y 2012

Evento del 25 abril de 2005

- Superficie: 11,148.7 hectáreas (ha) quemadas, aunque hay versiones de hasta 14 mil ha

- Duración: 25 al 29 de abril de 2005 (cinco días). Hora de detección: 14:00. Tres puntos distintos de origen de fuego

- Daños: la zona con daños severos abarcó de 600 a 900 ha (entre 5 y 8% del área afectada), que es donde se debió hacer una labor de “reconstrucción” de los ecosistemas que no se completó. En el resto del polígono, el fuego fue un motor de cambios que benefició a muchas especies: semillas de pino despertaron de su letargo con el calor, entre otros

- Restauración: siembra de dos millones de árboles sobre dos mil hectáreas, la construcción de alrededor de un millar de presas de piedra y de ramas para retener los suelos (se terminan haciendo casi 2,500), la estabilización de cunetas y la liberación de fauna para repoblar las zonas afectadas. Hubo poco seguimiento de estas medidas y no sobrevivió ni una de cada diez plantas

Evento de 21 de abril de 2012

- Superficie estimada: 8,177 ha quemadas

- Duración: 21 al 25 de abril de 2012 (cinco días). Hora de detección: 10:36

- Daños: la zona con daños severos abarca alrededor 35 ha (0.3% del polígono). Se deberá hacer una labor de “reconstrucción” de los ecosistemas. En el resto, el fuego será un motor de cambios en perjuicio o beneficio de muchas especies

- Restauración: Un amplio programa que incluye cuatro a cinco millones de árboles, y actividades de recuperación de suelos, de contención de la erosión y reintroducción de especies animales

Fuentes: Semarnat, Conafor, MILENIO JALISCO

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